San Jerónimo es, sin duda, una de las personalidades más complejas y fascinantes del cristianismo antiguo. En los ensayos siguientes no he pretendido abarcar, ni siquiera tratar ligeramente, los aspectos más importantes de su actividad; sólo me he propuesto destacar algunos rasgos que me han parecido de particular interés en el estudio de la literatura latina. Tal vez aun el mismo calificativo de ensayos sea excesivo para los capítulos de mi trabajo. De hecho lo que me he planteado en ellos es sólo la selección, traducción y organización de algunos textos de san Jerónimo, situándolos convenientemente en el contexto de su biografía y de su momento histórico.

El texto latino de las cartas de san Jerónimo es el del Epistolario publicado en 1993-1995 por Juan Bautista Valero en la Biblioteca de Autores Cristianos; el texto de otras obras es el de la Patrología Latina de Migne.

Cuando trabajaba en estos capítulos llegó a mis manos el fervoroso y .desparpajado libro Ambrosio y Jerónimo, dos grandes escritores romanos del profesor uruguayo Vicente O. Cicalese. Poco tiempo después tuve conocimiento de su muerte. En algunos fragmentos de san Jerónimo, que conocí por él, quise mantener ciertos rasgos de su versión. Quede aquí constancia.