Decía alguna vez Jorge Luis Borges, que la prefación es aquel rato del libro en que el autor es menos autor. Es ya casi un lector y goza de los derechos de tal. Es así que después de haber releído este texto, de contener, como autor que dejábamos de ser, el impulso de corregirlo, y hacer esfuerzos -como lector que deseábamos devenir- para sorprendernos, tomaríamos conciencia de su existencia, de su casi independencia. Tal sería nuestra difícil tarea, nuestra ambigua condición que, comparando el texto a una obra literaria, había en aquel, no porque fuese superior sino diferente, algo de lo que ésta carecía. Y es que nuestro trabajo pretende ser una investigación científica, expresada en un lenguaje propio, gobernada por un método que le pertenece, sometida al rigor de la comparación, a la no fácil necesidad de probar y a la difícil tarea de convencer.