La laicidad se ha dado a la tarea de conjugar, en el marco estatal, las libertades fundamentales con el fenómeno religioso. Ahora bien, ¿qué sucede si se considera que el mismo Estado es de naturaleza religiosa? En ese caso, ¿la modernidad libera el entendimiento o simplemente sustituye la primicia de la religión tradicional por el imperio de una religión civil? En general, ¿en qué medida se pueden emancipar las mentes y las sociedades de la religión? ¿O es ésta constitutiva del pensar, actuar y emancipar? Vincular laicidad y religión civil puede parecer insólito; si el primer concepto remite al Estado laico, el segundo contempla el Estado religioso. En esta obra se argumenta que no se trata de un oxímoron; esa impresión, más bien, resulta de la cooptación de la laicidad por parte del Estado, el cual oculta su condición sacra bajo una fachada secular. Se aborda la relación entre laicidad y religión civil a partir de las aportaciones seminales de Maquiavelo y Rousseau; este análisis y la revisión de distintas formas de comprender la laicidad conducen a su redefinición y aplicación a la religión civil. La laicidad es gestionar sacralizaciones, y entre ellas se encuentra la estatal.