Érase un cine nacional en vías de desaparición que ya sólo se conformaba con la grandeza, aunque por lo regular caía en la grandilocuencia, su grandilocuencia nata y neta, “La grandilocuencia lastre” de los neoviejos procedentes del echeverrismo y el lopezportillismo, “La grandilocuencia alergia” de los realizadores de mediana edad y numerosos debutantes, “La grandilocuencia subproducto” en general de reciente cuño en su delirio derivativo, o bien se situaban de manera tan ambigua como ambivalente “Entre la grandilocuencia y la grandeza”, y alcanzando sólo por excepción “La grandiosidad incisión” de algunas mujeres cineastas, o “La grandiosa verdad” de nuestros directores varones más inspirados, celebrando inevitablemente, como en la crónica de cualquier justa deportiva crucial, el ocaso de varias luminarias, la consolidación de otras y la irrupción de un puñado de jóvenes con fuego sagrado. De esos temas trata este libro, y por ello así se encuentra estructurado. De principio a fin fue trabajado teniendo en mente esas ideas antitéticas y paradigmáticas de la grandilocuencia/grandeza, procurando mantener en función de ella sus continuidades, sistema de referencias, intertextualidades, hipertextos, y finalmente su unidad, aunque haya sido publicado por entregas/fragmentos/artículos/capítulos/segmentos, semana sí semana no, y luego sujeto a severa rescritura y añadidos.
La mayoría de los textos que integran este volumen aparecieron con una redacción muy semejante en el diario El Financiero, gracias a la confianza intelectual y al inflexible respeto cultural de Víctor Roma, con excepción de alguno publicado en La Jornada Semanal o así. Por otro lado, la cifra de largos trozos inéditos resulta aquí, sin duda, mucho mayor que en los volúmenes anteriores de la misma serie ensayohistórica viva de mi autoría sobre el cine nacional La aventura/búsqueda/condición/disolvencia/eficacia/fugacidad. Para la investigación iconográfica he contado con el invaluable auxilio de Julia Elena Melche.