Estos cuentos ejemplifican de manera notable la maestría de Federico Patán para la creación de atmósferas sugerentes pero inciertas, que más allá de generar suspenso, plasman los titubeos y las tensiones, dilemas y miedos de grupos o individuos envueltos en circunstancias fuera de su control. La generación de ambientes opresivos no es una estrategia superflua, sino que forma parte intrínseca de los acontecimientos de la trama. Lo que subyace a este tipo de situaciones es la amenaza de una violencia latente, en espera del momento propicio para explotar. A Patán le interesa explorar el funcionamiento de mentes autoritarias, cuyo único objetivo es imponer su voluntad sobre los demás. De forma peculiar aborda este fenómeno no a través de sucesos de gran envergadura sino en el ámbito de las relaciones familiares, lo que puede producir una sensación de desasosiego todavía más intensa. Estos cuentos obligan al lector a buscar su interpretación personal en el vacío hermenéutico que generan.