Este libro es una reflexión sobre los composibles del trashumante urbis: la ensoñación, la ternura, la dulzura-sutileza, la hospitalidad, la responsabilidad y el cuidado, que posibilitan la convivencia y convierten las ciudades que habitamos, real o virtualmente, en epifanías de la apertura hacia la otredad y la propia identidad. Estos composibles hacen de la urbe una casa habitable, dulce y empática, donde se da sentido a la vida y se consigue la "plenitud existencial", la armonía entre alteridad e identidad. En términos pragmáticos, se trata de posibles fuentes de inspiración para la gestión pública y política de la trashumancia urbana, lejos de las leyes de extranjería restrictivas y coactivas que actualmente están en vigor por doquier. Dolce convivio… es una lectura recomendable y necesaria en un tiempo cada vez más convulso y con propensión a agudizar los mal llamados choques de civilizaciones, los indigenismos identitarios y el rechazo de las extranjerías de todo tipo.