Hybrida es un proyecto que especula sobre las nuevas formas de vida, conectando nodos del campo de la biología con el de la tecnología y la informática. Para la instalación, Amor Muñoz desarrolló tres bioesculturas sonoras que cuentan con un estómago de vidrio y una estructura tubular y textil. En cada estómago habitan organismos vivos (colonias de bacterias y levaduras) que constantemente están en proceso de fermentación. Mediante el uso de sensores, se obtienen datos que después se transforman en sonidos intestinales. Las esculturas emiten los estímulos auditivos resultantes como forma de expresión. A través del implante de microchips, la artista hackea estas piezas para asignarles una identidad digital. A Muñoz le interesa el uso de implantes electrónicos en las membranas bacterianas para visibilizar la idea del "ente ciborg", hoy un futuro presente.